GRAFOLOGÍA Y SUCIDIO

‘LA IMPORTANCIA DE LOS MENSAJES ESCRITOS’

“El que se mata por sus propios deseos comete suicidio”
François Desfontaines

Etimológicamente el término suicidio proviene del latín, ‘sui’ (a sí mismo) y ‘cidium (del verbo caedere, matar). La conducta suicida sería por tanto la acción de darse muerte a sí mismo. No obstante, para que exista suicidio es necesario que la persona quiera terminar voluntariamente con su vida.

Si bien en España el suicidio no está penado, sí se castigan la inducción y la cooperación al suicidio, tal y como se recoge en los artículos 143.1 y 2 de nuestro Código Penal.

Art. 143

  1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años.
  2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona.
  3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte.
  4. El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este artículo.

La primera definición del término fue propuesta por el sociólogo francés Émile Durkheim (1858-1917), según la cual: “Se llama suicidio a toda muerte que resulta, mediata o inmediata, de un acto, positivo o negativo, realizado por la víctima misma, sabiendo ella que debía producirse ese resultado” (1897).

En su obra “El suicidio”, Durkheim plantea que éste se expresa por causas sociales: “Cuando una sociedad no le da a sus miembros los recursos para establecer vínculos apropiados, aquellos individuos más débiles pueden terminar suicidándose”.

Para él, es la sociedad la que determina el comportamiento de una persona, así, todo lo que ocurre en una sociedad repercute luego en el individuo.

El suicidio no es un fenómeno reciente sino que éste ha estado presente en todas las culturas a lo largo del tiempo, si bien la aceptación del término y las consideraciones hacia el mismo han variado en cada momento histórico.

Para Jiménez Treviño, “El suicidio es un fenómeno humano universal que ha estado presente en todas las épocas históricas”.

En la Edad Media el suicidio era rechazado de manera considerable. La legislación del momento ordenaba que todas las propiedades del suicida fueran confiscadas. Del mismo modo, se les negaba sepultura en Tierra Santa, sufriendo el cadáver todo tipo de humillaciones. En esa época Santo Tomás de Aquino considera el suicidio como un acto pecaminoso.

Durante el Renacimiento se reduce en gran medida la condena social hacia el suicidio, lo que se refleja en las penalizaciones legales, que ya no son tan severas como en la Edad Media.

En el siglo XVIII con la Revolución francesa se vislumbra cierta tolerancia hacia el suicidio. Intelectuales de la época como Montesquieu, Voltaire o Hume ponen de manifiesto la idea de libertad humana y el derecho del hombre para poder acabar con su vida. No obstante, hubo pensadores de la época como Kant que mostraron su animadversión hacia este acto.

Ya en el siglo XIX, se llevan a cabo investigaciones con el fin de determinar posibles causas biológicas, psicológicas y sociales que llevan a un individuo a poner fin a su vida. El psicoanálisis, la sociología y la biología muestran especial interés en el fenómeno suicida.

En el siglo XX, el elevado número de suicidios que se producen a nivel mundial hace que los estudios acerca de este fenómeno cobren mayor relevancia. Los esfuerzos se centran en analizar, ya no sólo sus causas y consecuencias, sino también, su prevención.

Como podemos ver, el suicidio es un fenómeno complejo, y es que en él intervienen una serie de factores desencadenantes de una conducta que hoy por hoy se constituye como una de las principales causas de muerte en el mundo.

Si bien, la psicología y la psiquiatría han logrado importantes avances en el estudio y análisis del comportamiento humano en general y del suicida en particular, también la criminología se ha interesado por llegar a comprender qué pasa por la mente de una persona para querer terminar con su vida.

En este sentido, también la criminalística ha ido avanzando a pasos agigantados, llegando a arrojar importantes resultados dentro de una investigación criminal.

Llegados a este punto hemos de hacer una clara diferenciación entre los conceptos Criminología y Criminalística.

La primera es una ciencia empírica (observa la realidad), social (estudia las conductas desviadas del hombre) e interdisciplinaria (recoge información de otras ciencias: psicología, sociología, antropología, biología, etc., integrándolas y coordinándolas entre sí para aportar soluciones).

Tiene por objeto de estudio la etiología del delito, es decir, las causas que determinan el hecho delictivo. El por qué se ha cometido ese hecho.

La Criminalística por su parte se constituye como disciplina auxiliar del Derecho Penal. Su objeto de estudio se centra en las evidencias físicas o indicios materiales.

Se ocupa de dar respuesta a las cuestiones: ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? y ¿Dónde?, respecto de ese hecho. Es decir, nos ayuda a esclarecer cuál ha sido el móvil del delito con la finalidad de identificar al autor de ese hecho delictivo.

Su principal objetivo será por tanto, mediante la utilización de un método, una técnica y un procedimiento científico, auxiliar al Juez dentro del proceso penal, en base a esclarecer un hecho delictivo.

La criminalística está integrada a su vez por otros saberes o disciplinas como: Antropología Forense, Balística Forense, Documentoscopia, Entomología Forense, Dactiloscopia, Fotografía Forense, Pericia Caligráfica y Grafología Forense entre otras.

Cuando una persona decide poner fin a su vida, a veces, deja una carta de despedida o nota suicida.

Una nota suicida es un mensaje que su autor deja por escrito para expresar determinados pensamientos o sentimientos y que éstos puedan ser vistos tras su muerte.

Las razones por las que el suicida decide dejar una nota pueden ser muy diversas.

En algunos casos la persona pone de manifiesto un gran sentimiento de culpa por algo que ha hecho, y a través de esas líneas muestra su arrepentimiento.

En otros casos es un deseo de que sus seres queridos tengan unas últimas palabras de despedida, contando el motivo por el cual ha tomado esa decisión.

Otras veces la persona, a través de la nota suicida, confiesa que ha cometido un hecho delictivo, autoinculpándose.

Pueden darse casos donde el suicida culpabiliza a otro de su desenlace, dejando claro que por ese motivo se quita la vida.

Desde un punto de vista pericial el experto en Psicografología y Pericia Caligráfica será quien auxilie al Juez en la investigación, mediante la emisión de dictamen pericial que determine, en el primer caso, características generales del comportamiento del individuo, así como rasgos volitivos e intelectivos de éste entre otros, y en el segundo caso, si la nota suicida ha sido o no escrita por el suicida.

La Grafología es una técnica proyectiva cuyo objeto de análisis es la escritura para llegar a un conocimiento profundo del ser humano. Para ello, el experto grafólogo llevará a cabo un detallado y exhaustivo análisis de la muestra escritural, mediante una metodología de trabajo que le es propia.

La escritura, como expresión gráfica de nuestro pensamiento, es un proceso bastante complejo, en el que intervienen un gran número de órganos, músculos y sistemas de nuestro organismo, pues en definitiva el movimiento que realiza nuestra mano en el proceso de escribir está regido por el cerebro.

La Pericia Caligráfica, también denominada Grafoscopia, Grafotécnica, Grafocrítica o Grafología forense, y considerada rama de la Documentoscopia, se ocupa del examen y estudio de escrituras y firmas con el fin de determinar, a través del cotejo de material dubitado e indubitado, la autenticidad o falsedad del documento o firma, mediante la aplicación de numerosas técnicas periciales.

Por lo tanto, mientras la labor del grafólogo es la interpretación psicológica del grafismo, la del perito calígrafo es determinar la autenticidad o falsedad de escrituras y firmas. Este último no entraría en consideraciones psicológicas.

Entre los diversos ámbitos de actuación de la grafología se encuentra la denominada Grafopatología, como auxiliar dentro del campo médico.

Determinadas alteraciones o diversas anomalías, ya sean de tipo físico o mental pueden quedar reflejadas en la escritura de un individuo.

Si bien el grafólogo en modo alguno podrá diagnosticar enfermedades, sí podrá detectar signos o señales gráficas que alerten del posible desarrollo de una enfermedad o conductas de alto riesgo como la tendencia al suicidio o determinadas conductas criminales.

Dentro del elevado número de signos gráficos existentes, y con los que habitualmente el experto en análisis de escrituras está acostumbrado a trabajar, son característicos los que siguen a continuación, por ser propios de escrituras con un claro componente de tendencias suicidas.

Signos de “autoagresión” o “autodestrucción”

  • Escritura regresiva.
  • Rúbricas con ángulo a la izquierda.
  • Ángulos hacia la izquierda en la escritura.
  • Barras de “t” descendentes.

Signos de depresión o desánimo

  • Dirección de líneas y firma descendente.
  • Descensos en general: de línea, de firma, finales de línea o palabra e incluso de letras dentro de la misma palabra (descensos súbitos).
  • Barras de “t” descendentes.

Signos de sentimiento de culpa

  • Óvalos pinchados.
  • Firma tachada/anulación del nombre en las firmas.
  • Torsiones, sobre todo en hampas.

Signos de impulsividad

  • Escritura acerada (finales en aguja).
  • Trazos finales largos.
  • Barras de “t” y puntos de “i” muy adelantados.
  • Margen derecho muy pequeño o inexistente.
  • Escritura muy inclinada.
  • Presión fuerte.

En general son escrituras que a su vez muestran una grafía descuidada, con retoques, enmiendas y tachaduras, disminución del tamaño de la letra dentro de la línea e incluso dentro de la misma palabra, presión floja, a veces pastosa, puntos innecesarios al final de la firma o que forman la rúbrica, arpones (rasgo del escorpión), signos de angustia, temor o inseguridad reflejados en los espacios en blanco que pueden aparecer a lo largo del escrito, tanto en los márgenes como en el interior del texto. Los espacios en blanco nos hablan de necesidades afectivas, las cuales están relacionadas con la historia personal de cada individuo.

Para que un signo sea significativo dentro de una muestra gráfica y pueda atribuírsele un valor y significado concreto, ha de manifestarse a lo largo del escrito en proporción elevada, valorándose además en función del conjunto del escrito, pues un signo de forma aislada no será determinante a la hora de hacer una interpretación psicológica del mismo.

Sandra Calvo Jiménez

Lic. Criminología

Grafóloga-Perito Calígrafo

www.scperitocaligrafo.com